Garganta de Escuain + Gurrundué Inferior 2011

Pozas en Gurrundué Inferior.

La espectacular y recóndita Garganta de Escuain, cerca del límite oriental del Parque Nacional de Ordesa, es uno de esos lugares escarpados que no dejan indiferente a nadie. Además, es el lugar de avistamiento de quebrantahuesos más generoso del Pirineo, y una de las colonias más abundantes de este ave en Europa. En 2011, se me ocurrió darme un paseo por este rincón de nuestra cordillera tras dos jornadas de tresmiles, y volví de allí con una gran sonrisa en la boca.

       Desde el pueblo de Escuain (solo habitado en verano y con su correspondiente oficina del parque, 89 habitantes en 1910), una senda desciende a la Fuente de Escuain, una surgencia de gran referencia en estos acantilados de roca caliza. Tras un paso equipado con cadenas, el cruce del Barranco del Lugar y una cueva que atraviesa un espolón, la senda de 150 metros de desnivel negativo aterriza en el fondo de la garganta; un enorme callejón de vegetación con quebrantahuesos jóvenes y adultos volando sobre tu cabeza a cada instante, como el "Mundo Perdido de Michael Crichton". 

       En septiembre de hace cuatro años, la Garganta de Escuain estaba completamente seca por encima de la surgencia y me decidí a recorrerla enteramente. Fue improvisado. Pensé, "según el mapa son tres kilómetros y medio hasta el Puente de los Mallos, si me veo obstaculizado por algún resalte o poza, regresaré por el mismo camino por el que accedí". Y así es como me fui internando en esta gran grieta. El primer tramo resultó inolvidable, allí abajo las paredes de piedra caliza son muy altas y el constante vuelo de las aves proporcionaba infinidad de sombras en movimiento. Y no había nadie, o casi nadie; tras una curva del cañón me encontré con una pareja de franceses en una gran playa de guijarros obnubilados por el paisaje y armados de unos prismáticos, se volvían, y después nada, ni una sola voz o grito que llegara de los senderos balizados que bordean el cañón ciento y pico metros por encima... Tras hora y cuarto de caminata entre bloques y playas, superando y navegando entre resaltes de grandes escalones y demás, llegué a una apertura del valle donde llegaba un aporte de agua seco importante en la orilla derecha del cañón. Miré el mapa y supuse que había llegado al cruce de barrancos de la cabecera, por lo que pensé que me quedaba poco para llegar al Puente de los Mallos. Lo que no sabía en ese momento era que me adentraba en el tramo inferior del Barranco de Gurrundué, y que éste me iba a ofrecer los pasajes más difíciles. Bueno, en realidad no eran difíciles, pero sí me obligaron a mojarme de cintura para abajo; había marmitas y pequeños engorgamientos. Al final logré poner mi cuerpo sobre el fantástico Puente de los Mallos (¡qué lugar!), y tomar uno de los caminos del parque balizados con carteles verdes hasta Escuain, con vistas sublimes a la vertiente sur del macizo de las Sucas y los circos de montaña pétreos sobre el cañón que acababa de recorrer.

      Para que os hagáis una idea de la belleza y de lo recóndito que es este lugar añado una cita de Lucien Briet (explorador pirineísta francés del s.XIX). Sus obras contribuyeron a mostrar la necesidad de la creación del Parque de Ordesa:

"una barricada de peñas, difícil de atravesar, corta su lecho de grava, que presenta escalones horizontales abruptos y esculpidos; profundas y anchas grietas se cruzan y en ellas hay algunas concavidades (marmitas) llenas de agua verduzca"

"Esperoan daude" de Joseba Irazoki (2013)

Quebrantahuesos; habitante estrella de Escuain.








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